lunes, 13 de diciembre de 2010

Breve crónica del concierto a la memoria de John Lennon

I.
La gélida tarde del miércoles 8 de Diciembre había presagiado bajas temperaturas para las siguientes horas, así que no me extrañó que a las nueve de la noche un viento helado hiciera tiritar a quienes transitábamos por la calle.
Aunque Café Teorema, sede del concierto, estaba casi lleno, el frío se aferró a mis pasos al cruzar la entrada y no me abandonó ni siquiera minutos más tarde, cuando estuve bajo los reflectores escénicos. La invernal temperatura era atribuible no sólo al crudo presagio vespertino, sino a la arquitectura del sitio —una amplia casa antigua cuyo patio techado con láminas translúcidas aloja unas doce o trece mesas para cuatro personas cada una—, así como a los vientos que se filtraban desde la puerta y cruzaban la sala hasta el escenario de madera alfombrada, donde el trovador Marco Rojas finalizaba su breve actuación de apertura anunciando mi llegada.
Tras una pausa, con el frío a cuestas, me instalé bajo las luces y el concierto a la memoria de John Lennon comenzó.

II.
Desde el inicio, los percances técnicos fueron constantes, suficientes para distraerme y cometer errores de ejecución. Cuando uno trabaja con músicos, los yerros se disimulan mediante la pericia de los colegas; si uno se atrasa o adelanta, los acompañantes retrasan o adelantan su paso, de manera que el público rara vez nota los errores. Pero cuando el compañero de travesía es un secuenciador que no se equivoca en absoluto ni se aparta de lo programado, los desatinos son notorios de inmediato, incluso para el oído menos experto.
Adicionalmente, la difícil acústica del lugar me impedía escucharme con claridad, pues, a pesar de que horas antes había ajustado el equipo, la presencia del público modificó sensiblemente las condiciones del recinto y para entonces era imposible hacer los reajustes necesarios. Gajes del oficio.

III.
A pesar de todo, la respuesta del público fue tan entusiasta y conmovedora como si nada hubiese fallado, como si todo se hubiese desenvuelto con normalidad.
Considerando que en Puebla, desde hace varios años, la mayoría del público utiliza la música en vivo como fondo para su conversación, fue satisfactorio que casi toda la gente haya estado atenta al desarrollo del recital, participando y muchas veces coreando las canciones.
Ante tal despliegue de energía, no pude menos que tocar al final los cuatro temas que había ensayado como “encore” (esperaba tocar sólo dos).
Finalmente, fue muy agradable que buena parte del público se acercara al escenario a conversar conmigo, externarme sus impresiones y, en consecuencia, terminar de alegrarme la noche.
Al concierto acudieron destacados creadores como la pintora Marielle García, la publicista María de Los Ángeles Enríquez, la escritora María Luisa Deles, el pintor Fidel García y el músico Federico de Zataráin. A todos ellos agradezco el honor de su presencia.
Otros amigos me informaron previamente que no podrían asistir por razones de trabajo o por la distancia que nos separa; pero tal como lo anticiparon, sus respectivos espíritus estuvieron presentes en el concierto. Gracias también a todos ellos.

IV.
En estos días revisaré la grabación del concierto, con la intención de publicarlo a la brevedad posible. La empresa es un poco tardada, pues hay que mezclar, balancear y ecualizar lo grabado.
Mientras tanto, pueden echarle un vistazo al slideshow que los amigos de GoPuebla ya exhiben en su sitio: http://www.gopuebla.com/

Jorge Alveláis

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