Para
representar lo que percibimos visualmente, ya sea imprimiéndolo en papel o desplegándolo
en una pantalla, debemos recrear los tres colores primarios de la luz —rojo,
azul y amarillo—, cuya combinación en diferentes proporciones genera la gama
cromática de todo lo que vemos.
Sin embargo, para
inventar paisajes sonoros, para delinear imágenes auditivas, pintar el aire con
sonidos e iluminar el silencio, bastan dos elementos, dos entes creativos que
al unirse forman el azul primigenio de donde emergen todos los colores sonoros
imaginables: CIAN.
CIAN es la
afortunada consecuencia de la comunión entre la vocalista Lizeth Ruvalcaba y el
bajista Eliud Ernandes, quienes, a principios de 2013, como descanso de los proyectos
en que cada uno participaba, por simple diversión ensamblaron un par de
canciones a base de capas de sonido generadas con voz y bajo únicamente
Para ello
utilizaron “loopers”, dispositivos digitales que graban lo que el músico toca o
canta y lo repiten para formar alfombras (“loops”) sobre las que se pueden ejecutar
nuevas figuras.
La idea era
no utilizar sonidos previamente grabados, sino generarlos sobre la marcha, sobreponiéndolos
o reemplazándolos conforme avanzara la canción en turno; una labor ardua y
minuciosa, tanto por el rigor de la ejecución donde un pequeño error o un
simple chasquido indeseado —y repetido por el looper— puede echar a perder la
pieza que se interpreta; como por la variedad tímbrica que se debe extraer a
los instrumentos para que se distingan conforme se acumulan en las capas que se
graban al vuelo.
A diferencia
de otros músicos que incursionan en esta técnica llamada “looping”, CIAN no se
limita a grabar una alfombra sonora para luego improvisar sobre ella, sino que
cada fragmento, cada sonido que se graba en los loopers, es parte de una
composición con estructura bien definida.
El resultado
es espectacular, no sólo porque el dueto resuelve magistralmente las
dificultades hasta aquí descritas, sino por la cálida belleza contenida en los
temas, que sitúa el arte muy por encima de la técnica, haciendo que el oyente
se olvide de la ejecución y se concentre en el gozo estético.
Sin delinear aún
el futuro del dueto —y acaso sin siquiera concebirlo como proyecto a largo plazo—,
en aquél milagroso descanso de 2013, Lizeth y Eliud produjeron sus versiones a “Sweet
Dreams (Are Made Of This)” de Eurythmics y “Mercy Street” de Peter Gabriel.
En seguida,
el dueto recreó la balada irlandesa tradicional “The Wind That Sakes The Barley”;
el clásico “Street Spirit” de Radiohead; y el éxito del vocalista de The
Temptations, Jimmy Ruffin, “What Becomes Of The Brokenhearted”.
Y apenas unos
meses después de aquél divertimento inicial, CIAN aportó su primera composición
propia, un tema llamado “Deshoras” donde no sólo desplegaron su talento
musical, sino su vena poética. Una sola frase ejemplifica lo que refiero: "faltan
almohadas que me abracen al oscurecer".
A “Deshoras”
siguieron las canciones “Saudade” y “Vía” que, al igual que las versiones de temas
ajenos, ostentan personalidad propia, conteniendo ideas que no aparecen en los
demás trabajos.
Desde su
nacimiento, CIAN mostró un sonido personal distintivo, tan intenso como
original, que los identifica de inmediato; algo muy difícil de lograr al primer
intento. Creo que esto se debe a la actitud creativa del ensamble, que no parece
haber buscado dicho sonido de manera deliberada, sino que lo dejó fluir
naturalmente, sin preconcebirlo, como resultado de las influencias, la maestría
y la interacción de sus integrantes, aunadas a su evidente experiencia en
audioproducción.
Por ello es
imposible ubicar a CIAN en un género musical específico, ya que en su obra
confluyen el jazz de ECM, el soul, el rock progresivo, el tecno, los cantos
irlandeses, el ambient, los frippertronics y hasta el minimalismo de Steve
Reich, además de influencias que mi oído no alcanza a discernir.
Tan nutrida
fusión de géneros y estilos no puede menos que ofrecer un inmenso colorido
musical, lleno de sonoridades diversas, elaborados contrapuntos y paisajes auditivos
llenos de magia. Prueba plena de que, para generar música en toda su
magnificencia cromática, bastan dos elementos creativos, imaginativos y
talentosos: Lizeth Ruvalcaba y Eliud Ernandes, CIAN.
Jorge
Alveláis
No hay comentarios:
Publicar un comentario